EL MAGNETISMO DEL ALTAR

Dios, en el origen de la creación, creó un altar, este gran altar se creó para que pudiese albergar vida en él.

Este altar de Dios es nuestro mundo.

Todo comenzó por una roca, la roca primordial que sería la base de todo nuestro mundo.

Dios hizo este altar sobre esta roca, sobre esta piedra, en un orden, el mismo orden que utilizamos para activar nuestro altar.

Para que exista la creación, debe haber un orden, el orden de la creación de Dios sobre el gran Altar, lo explicaré a través del Génesis, que dice:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía”

Esta tierra, vendría a ser esta gran piedra, la base del mundo.

Esta base es imperfecta, se encuentra desordenada y vacía, esta base es como la humanidad, que es imperfecta. De esa imperfección sale toda la creación. 

Dios, por tanto, separa lo desordenado, de lo que se encuentra ordenado. Separa lo imperfecto de lo perfecto.

Lo perfecto son los cielos, es nuestra parte divina que es perfecta.

“ Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.  Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.”

En nuestro altar lo primero que hacemos es encender el fuego, Dios, en el gran altar, dijo: “Sea luz y la luz fue”, la luz es elemento fuego.

Dios creó la luz, a través de la luz todo se materializa. Es por ello que, para que haya creación, lo primero que ha de haber es luz.

Así como Dios rodeó a esa gran piedra con su luz, así rodeamos nosotros nuestra piedra del altar.

“Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.  E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.  Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.”

Tal como es arriba, es abajo. Estos cielos lo representamos en nuestro altar con una pluma, una pluma de ave de alto vuelo.

Esta pluma, al activar nuestro altar, hacemos un círculo con el mantra “h” teniendo como punto de partida el elemento fuego, y rodeamos esa piedra. Tenemos de punto de partida la luz, ya que, es a través de la luz que todo se puede materializar, y una vez materializado ese elemento, rodea, así como hizo Dios, todo nuestro altar.

Todo lo que sale de la luz primordial, vuelve a la luz más la experiencia adquirida.

“Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar y descúbrase lo seco. Y fue así.  Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.”

Representamos este elemento agua, que se encuentra debajo de los cielos, con una copa o vaso de agua en nuestro altar.

“y descúbrase lo seco. Y fue así.  Y llamó Dios a lo seco Tierra” este vendría a ser el elemento tierra en nuestro altar, representado por nosotros en nuestro altar con tierra seca.

Tal como es arriba, es abajo. Representamos nuestro altar en este orden de la creación.

“Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.”

Una vez existe un orden, la tierra puede dar fruto, una vez existe este orden, la tierra actúa como un imán y atrae almas y seres de otros lugares. Así como nuestro altar, cuando se encuentra ordenado atrae fuerzas divinas.

 

 

EL ALTAR Y EL MAGNETISMO

 

Somos a imagen y semejanza de Dios. Todo lo macro existe a nivel micro, hasta llegar al nivel atómico.

Una piedra de imán posee la fuerza del magnetismo, así como en esta gran piedra llamada Tierra que también posee esta fuerza del magnetismo.

Nosotros activamos nuestro altar sobre una piedra, y al activarlo, posee las mismas características que si de un imán se tratase, por tanto, esa inteligencia del magnetismo se presenta en nuestro altar. Así mismo ocurre en el gran altar de Dios.

Para que un imán posea esta fuerza del magnetismo, posee en su interior unas pequeñas corrientes cerradas que, si se encuentran ordenadas, formando un polo positivo y uno negativo, crea esta fuerza llamada magnetismo, atrayendo así el hierro, el níquel y el cobre.

Si estas partículas, formadas por un polo positivo y uno negativo, se encuentran desordenadas en el interior del imán, este imán no tendrá magnetismo, puesto que estos dipolos se anulan entre sí.

Así como en el principio de la creación, que nos dice el génesis que la piedra se encontraba desordenada y vacía, esa gran piedra, ese gran altar de la creación, ha de estar ordenado para que pueda manifestarse ese magnetismo, por tanto, una vez ordenado, se crea un polo positivo y uno negativo, un norte magnético y un sur magnético, es entonces cuando se manifiesta esta inteligencia del magnetismo.

Cuando se manifiesta la inteligencia del magnetismo en el planeta tierra, atrae a seres de diversos lugares del universo para que puedan manifestarse a través de este gran altar.

Dios ordena esta tierra mediante los cuatro elementos, fuego, aire, agua y tierra, en este mismo orden, explicados en el génesis en el principio de la creación.

De esta misma forma ordenamos nuestro altar.

Al ordenar los cuatro elementos de nuestro altar invocamos a esta inteligencia del magnetismo en él, y este altar funciona con la misma capacidad de atraer fuerzas divinas y de diversos lugares del universo al lugar en donde se encuentra este altar activado.

La piedra de imán no solo tiene la capacidad de atraer, sino también sirve de protección. De esta misma forma, el magnetismo de la tierra, según los científicos, tiene la capacidad de protegernos de la radiación solar.

Nuestro pequeño altar también tiene esta característica de proteger nuestro hogar, o el lugar en el que se encuentre ubicado.

Para que los átomos de un imán estén ordenados y pueda poseer esta inteligencia del magnetismo, ha de ser expuesto a la electricidad, pues un fotón tiene la capacidad de alterar el electrón y ordenar esta piedra de imán con un polo positivo y uno negativo.

En el gran altar de Dios, es a través de la luz que se ordena todo, y se crean dos polos.

En nuestro pequeño altar, es a través del elemento fuego que ordenaremos nuestro altar creando también esta fuerza magnética.

Así como en el macrocosmos existe esta piedra que tiene la capacidad de poseer la fuerza del magnetismo, en ese microcosmos, que somos nosotros, también poseemos nuestra propia piedra que tiene esta misma capacidad.

En la alquimia se dice que la piedra es el sexo.

Nosotros podemos actuar de la misma manera que una piedra de imán, que un altar, o que el gran altar de Dios.

Para que exista este magnetismo en nosotros también hemos de estar ordenados. Hemos de descubrir cómo ordenar estos cuatro elementos en nosotros, y para ello, necesitamos de la fuerza de la electricidad.

Esta electricidad se crea en la sexualidad con nuestro polo opuesto. El polo positivo es el hombre, el polo negativo la mujer, y la fuerza que los ordena y los une es esa electricidad sexual.

El fotón ordena los átomos de un imán, el fohat es la electricidad sagrada que ordena nuestros átomos.

Una vez ordenados, los polos opuestos se atraen. El polo positivo atrae al polo negativo y viceversa.

Una vez magnetizados, hombre, polo positivo, mujer, polo negativo, se posee esta inteligencia llamada magnetismo, y se presentan las mismas características que si de un imán se tratase.

A través de ello podemos crear, atraer fuerzas, y protegernos. Se crea ese círculo hermético cerrado.

Cuando nos magnetizamos, hombre y mujer, y nos unimos en un orden sexual, así como cuando se enciende un altar, estamos haciendo la labor que Dios hizo en el gran altar.

Trabajando como Dios, nos acercamos más a Dios. 

 

Stephany Nardin

14/06/2022

 

CONFERENCIA: EL MAGNETISMO DEL ALTAR