LA MANSEDUMBRE




 

LA MANSEDUMBRE

 

La virtud de mansedumbre es la unión de la virtud de la humildad con la fuerza de voluntad, la disciplina de la obediencia y el sentido de la autoobservación espiritual.  

Para cultivar la mansedumbre se necesita de una gran claridad, clarividencia, de querer recorrer el camino iniciático.  

Ante las diversas iniciaciones se pone a prueba la mansedumbre.  

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). 

La fuerza interna del manso posee la capacidad de poder vender a la ira, al rencor, a la furia, etc. 

La mansedumbre nace de la tercera fuerza, el Espíritu Santo, el santo conciliar.  

Las gracias que otorga el Espíritu Santo son llamados carismas.  

Jesús y Moisés son dos grandes ejemplos de mansedumbre.  

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Matero 11:29) 

Jesús, de esta forma habló sobre sí mismo.  

“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la Tierra” (Números 12:3). 

Jesús y Moisés son ejemplos de humildad, voluntad, obediencia y auto conocimiento.  

Santiago Barberán 

19/09/2022 


CONFERENCIA: LA MANSEDUMBRE

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