EL AMADO ESENCIAL
EL AMADO ESENCIAL
Cuando el hermetista se compromete
a consagrar su vida a la castidad, a la pobreza y a la obediencia, encarna los carismas
del Espíritu Santo, la fuerza del Cristo y los poderes del Padre.
La castidad la consagra al
Espíritu Santo.
La pobreza al Cristo.
La obediencia al Padre.
El hermetista comprende que la
consagración de su vida ha de ser compartiendo su propia consagración con el
resto de la humanidad.
Si la consagración no se vive en congregación,
ésta no tiene ningún futuro.
El hermetista consagrado ha de
realizar grandes transformaciones, ya no solo porque su vida íntima así lo
necesita, sino también, porque el mundo se transforma en cada momento.
Vivir arraigado en lo antiguo no nos
permite vivir en el sacrificio por el mundo.
La preparación del hermetista
consagrado ha de ser como es el mundo en este instante, multicultural.
Permitir que penetren otras
culturas a la propia existencia es necesario.
El hermetista ha de estar abierto
a otras palabras no leídas en sus obras herméticas.
La consagración más importante de
todas es la santa eucaristía, comer y beber del pan y del vino, como símbolo
del cuerpo del Cristo.
Santiago Barberán.
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