LA INTELIGENCIA DE LOS ÓRGANOS
LA INTELIGENCIA DE LOS ÓRGANOS
Una parte de la inteligencia del ser humano se encuentra en sus órganos.
Hubo un tiempo en el que el ser humano se auto-gobernaba mediante la inteligencia de los órganos, siendo el cerebro un órgano más.
En ese tiempo pasado, las necesidades del ser humano las podía resolver con lo que le entregaba la naturaleza, y con su relación con la divinidad.
En aquel tiempo pasado, el órgano que regía al ser humano fue el corazón.
La caridad y la cordialidad son las grandes virtudes del corazón, y fueron los impulsos principales de todos los actos en aquel lejano tiempo.
La humanidad entera se cobijaba bajo las leyes de la naturaleza, leyes no escritas por el ser humano.
El pulmón entregaba a la vida humana las aspiraciones a las que debía llegar.
Los órganos de reproducción entregaban el impulso de la generación y de la regeneración.
El bazo fijaba en los diferentes cuerpos las energías astrales y telúricas necesarias para vivir.
Los riñones hacían de balanza, indicando el valor de la acción que se iba a realizar.
El intestino grueso rechazaba aquello que no era necesario para la subsistencia.
Aquella inteligencia fue llamada “sentido común”, porque todos los órganos en comunidad regían la vida del ser humano.
Cuando la humanidad entregó al cerebro una supremacía sobre los demás órganos, y fue quien dictaminó lo correcto y lo incorrecto, el ser humano perdió su finalidad.
Cuando el ser humano pierde el sentido de la orientación anímica es arrastrado por la corriente de los acontecimientos.
Cada órgano es una puerta que conduce a un mundo.
Del uso del racionamiento ha entregado a la humanidad una evolución tecnológica, nuevas formas de arte, formidables medicamentos, ciudades, etc.
Quizás, si no fuese utilizado en demasía el razonamiento seríamos más parecidos a los animales.
Quizás, si nos pareciésemos más a los animales seríamos más humanos.
Santiago Barberán
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