ANDAR EL CAMINO

ANDAR EL CAMINO

 

El camino se anda con dos piernas llamadas el ser y el saber.

El Camino, en ocasiones, es mostrado como dos líneas paralelas que llegan a juntarse, convirtiéndose en una sola.

Las energías que se utilizan para andar el Camino, habitualmente, son la comprensión y la voluntad, aunque existen más energías que deberán ser utilizadas a lo largo del Camino.

El denominador común de todas las energías que se utilizarán en el Camino es el sacrificio consciente.

El Camino conlleva un gran cansancio al caminante y dolorosas renuncias, sin embargo, a la vez, es revelador y asombroso.

 

EL ORIGEN


En esoterismo, el origen de un ser humano comienza antes de la unión de un óvulo y un espermatozoide.

El ser humano se encuentra formado en su origen y tan solo debe materializarse.

La humanidad, para el esoterista, es una idea del Universo y, por ello, el ser humano es universal.

Según la ciencia, la especie humana, tal como es entendida en la actualidad, surgió hace 2,5 millones de años (el homo habilis).

Según la mitología mística, el origen del ser humano se realiza por un designio divino y en el lugar donde se origina la humanidad es de índole paradisíaco.

Cuando existe un lugar que puede ser habitado por diferentes especies, habitualmente, existe una feroz lucha entre ellas, para apoderarse del lugar.

La especie humana, desde sus orígenes, tuvo sus enemigos.

Según la mitología hebrea, la especie que luchó contra la humanidad fue liderada por un ángel llamado Lucifer.

Sin embargo, seres de la misma especie que lucifer, ángeles, lucharon a favor de la humanidad como Micael, Gabriel, Rafael y Uriel, entre muchos más.

Una vez que el ser humano fue proclamado o se autoproclamó Rey del planeta Tierra, las especies que habitaban en el planeta vivieron en paz.

Al tiempo de paz planetaria se le denominó tiempo edénico o edad de oro.

Existen especies que son nómadas, viajan de planeta en planeta y, cuando llegó la edad de plata, las especies nómadas se marcharon del planeta tierra.

Cuando el calendario cósmico marcó el comienzo de la edad de cobre, el ser humano fue olvidando los preceptos que le habían servido, para vivir en armonía, y, cuando estos fueron olvidados, llegó la edad de hierro, la edad del olvido.

En la edad de hierro la humanidad olvidó que en épocas anteriores habían coexistido con otras especies, y de sus propios orígenes.

Para el esoterismo, aquellos seres humanos de la edad de oro, plata y cobre son los mismos que los seres humanos actuales.

El conocimiento y los valores que poseían en un origen la humanidad se encuentran olvidados, sin embargo, el ser humano posee la capacidad de recordar.

¡Recordar es conocerse!

En el Templo de Delfos existe una frase que dice: “Home nosce te ipsum”, conócete a ti mismo, o bien, reconócete a ti mismo.

El esoterista recuerda más que aprende.

El ejercicio esotérico de recordar es llamado el recuerdo de sí.

El recuerdo de sí nos conduce al pasado, más allá de esta existencia.

 

Santiago Barberán

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