LA BELLEZA

 LA BELLEZA 

 

Agosto 1, 2024 

 

La actual civilización se encuentra construida para robustecer y hacer crecer a la personalidad y al ego, el deseo, pero no posee ninguna característica para que la esencia, una parte espiritual del ser humano esencial para su desarrollo, se muestre ni crezca. 

Es por este motivo por el que el ser humano no siente la necesidad de desarrollarse anímicamente. 

Los diversos nombres de las calles, las estatuas que evocan pasados gloriosos, las banderas, los escudos, los edificios de los diversos gobiernos, etc., hacen crecer y robustecer a la humana personalidad, porque no permiten que ésta se olvide de sí misma, y a la vez le entregan más datos para su desarrollo. 

Las diversas formas de publicidad, sean por el medio de comunicación que sea, consiguen mantener al yo (el deseo) bien vivo dentro de cada uno de nosotros. 

La falsa filosofía que alimenta al yo (el deseo) penetra por la puerta psíquica de la necesidad, disfrazada como una falsa necesidad, y se aposenta en el espacio psicológico en forma de miedo a no poder poseer aquello, que hasta hace muy poco ni tan siquiera sabía que existía. 

De esta forma el ego y la personalidad crecen desmesuradamente en la civilización actual. 

Sin embargo, el factor secreto y misterioso que hace crecer a la esencia se encuentra en muy poca cantidad, y muy poco visible. 

Quizás, para los ojos del esoterista auténtico, acostumbrado a buscar el factor secreto, es capaz de observarlo y alimentarse de él. 

La esencia se alimenta y se desarrolla del factor secreto que es la verdad. 

Hallar, encontrar la verdad no es algo sencillo. 

Cuesta encontrar seres humanos que busquen la verdad, y de éstos sólo unos pocos son capaces de reconocerla. 

Para encontrar la verdad hay que conocer, muy bien, el mundo de la gran ilusión, que es por donde se desplaza el ego y la personalidad. 

La verdad siempre va vestida de un principio que es más sencillo de reconocer que a ella misma, la belleza. 

Sin embargo, aquello que es bello para la personalidad y el ego, no lo es para la esencia. 

Para apreciar la belleza espiritual hace falta un entrenamiento psíquico. 

La belleza espiritual se encuentra revestida de un sutil velo llamado armonía. 

La armonía es un orden que afecta a la esencia estimulándola, y haciendo que aprecie la belleza espiritual, y que de esta forma pueda disfrutar de una porción de la verdad. 

Para apreciar la belleza espiritual ha de existir en el interior del observador armonía. 

Para poseer armonía el esoterista se debe enfrentar a la necesidad de crecer espiritualmente. 

Para crecer espiritualmente, el esoterista ha de pasar algún tiempo investigándose a sí mismo, buscando su elemento iniciador. 

Cuando el esoterista encuentra una facultad que no posee, lo primero que ha de saber es que sí que la posee, lo que sucede es que nunca se ha percatado de ella, no es consciente de ella. 

Mientras más información se posea de la facultad que se anhela, más sencillo será encontrarla. 

Para encontrar una facultad perdida, olvidada, se ha de provocar alguna situación para volverla a hallar. A este hecho se le denomina el elemento iniciador. 

Para provocar a la armonía íntima se debe asistir a lugares como museos, conciertos de música, templos, observar el cielo estrellado, el mar, etc. 

Podría darse el caso que ninguno de los intentos hiciera que aflorara la armonía íntima. 

Si esto sucediera se ha de recurrir a ejercicios místicos, para que se desarrolle la armonía íntima. 

Una vez encontrada la armonía íntima, una investigación más profunda sobre ella nos conducirá a la belleza y a la verdad a su debido tiempo. 

 

Santiago Barberán 

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