AUDIO LIBRO NUT - CAPÍTULO DOCE – EL DESPERTAR
AUDIO LIBRO NUT - CAPÍTULO DOCE – EL DESPERTAR
26.03.2025
La esencia es una parte de la psiquis (alma), que posee, entre otras características, la de ser consciente.
La conciencia es la capacidad que posee la esencia de conocerse en sí misma, y la de compartir el conocimiento propio de los demás seres.
Compartir es un acto muy complejo para un ser humano con la esencia dormida.
Aunque el agregado psicológico y la personalidad también pueden compartir su estado de inconciencia con otro ser.
Cuando existen varios seres humanos compartiendo un mismo estado de consciencia se denomina hipnosis colectiva.
En el estado de inconsciencia la esencia sueña profundamente y este sueño puede ser compartido.
Aquello que se comparte son las fantasías del ego y de la personalidad, creando falsas necesidades, llamadas deseos.
Cuando la esencia duerme sus facultades se encuentran dormidas, soñando, y estos sueños crean falsas realidades.
La esencia consciente posee el atributo de la continuidad de propósitos, y este atributo e el causante del orden con finalidad, también llamado el orden útil.
La esencia dormida es inconsciente, por lo que no dispone de continuidad de propósitos, y por ello sus propósitos son discontinuos; esto le da la característica de siempre estar comenzando cualquier propósito que se proponga, y de nunca finalizarlo.
El estado de la esencia en un ser humano con la esencia dormida es de una esencia condicionada por la personalidad, y embotellada por el ego.
El ser humano con la esencia dormida actúa desde la personalidad, y esta se basa en la imitación.
Para que la esencia deje de ser imitadora ha de despertar, y ello se consigue mediante la creación del sello hermético.
La esencia, mediante el sello hermético, no permite que los diferentes eventos, circunstancias de la vida, la alejen de sus propósitos esenciales o eserales.
El sello hermético puede ser representado gráficamente con la figura de la estrella de cinco puntas, encerrada en el interior de una circunferencia.
El simbolismo de este amuleto entrega el significado del sello hermético.
Un ser humano abierto completamente al cosmos, pero siendo consciente de su individualidad sagrada.
La esencia, mediante el sello hermético, se convierte en el adepto, aquel que vive de sus propias obras, y que por ello no imita a nadie.
El sello hermético es la misma íntima recordación, el no olvido de uno mismo.
Cuando la esencia se olvida de sí misma, su energía se disipa, porque la circunferencia que la rodea desaparece, causando por ello una gran influencia del mundo externo sobre ella.
Las causas de la desaparición de la circunferencia empiezan por la identificación en algo ajeno a la propia esencia.
La identificación es el acto de llevar o conducir la atención hacia algo ajeno de lo propio, olvidándose en el mismo instante de uno mismo.
Si este acto es sin el olvido de uno mismo se le denomina contemplación, y ello es un acto consciente.
La identificación conduce a la fascinación.
La fascinación es un acto inconsciente a nivel energético, donde la polaridad del cuerpo etérico se desmagnetiza, perdiendo su centro de gravedad y dejándose arrastrar hacia el centro de gravedad del objeto que ha fascinado.
El acto de fascinación conduce a la esencia al estado de sueño psíquico.
El sueño de la esencia es el acto en el que la esencia proyecta, en la pantalla de la mente, falsas realidades, dándoles a ellas partes de sí misma.
Este acto produce una separabilidad herética llamada ego.
Las falsas realidades, creadas por la esencia, se convierten en agentes psíquicos con voluntad propia y autonomía.
El primer paso filosófico, para que la esencia despierte, es comprender que ésta se encuentra dormida.
El segundo paso para despertar es observarse desde la esencia.
El tercer paso, para mantener la esencia despierta, es auto descubrir cualquier principio esencial que no esté embotellado y descondicionado de la personalidad.
El cuanto paso es encontrarse en el estado de clave de S.O.L., en el que la esencia posee la capacidad de la continuidad de propósitos.
SANTIAGO BARBERÁN
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